Hijos de un mismo amanecer

Postdata:

Recuerdos de los vientos, perdón dice la mar,

la luna me ha contado que aún te espera en su diván.

Y el viejo asfalto ha dicho que desde que no estás

El cielo está más negro y cada día llueve más.

Pasaba por el barrio y encontré tallados nuestros nombres en la pared,

de aquellos los que fuimos… hijos de un mismo amanecer.

Sin tetas no hay paraíso

No siento dolor, tampoco rabia, ni odio, ni resentimiento… es curioso porque esos tres sentimientos me han acompañado desde que era un niño… engendrados por las palizas de mi padre, la indiferencia de mi madre. Borré de mi interior cualquier rastro de humanidad y me convertí en una fiera… perseguí con ansia el poder y recorrí de su mano un camino de muerte y sufrimiento. Los hombres me temían, las mujeres se metían entre las sabanas de mi cama… Poder, riqueza, fama… Conseguí todo lo que había deseado, sin embargo, me sentía muerto. Sí, estaba muerto y para darme cuenta basto solo una mirada, una mirada que giró mi vida ciento ochenta grados. Ella me miró de una forma diferente. Vio que dentro de la fiera aún existía algo de humanidad y ella me trajo de nuevo a la vida… me dio el cariño que siempre había necesitado con una razón para sobrevivir, dejarlo todo atrás y querer empezar de nuevo. Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un último amanecer al lado de ella. Si este es el precio que debo pagar por haberla amado, no hay nada en toda mi vida que me haya salido mas barato.

No siento dolor, solo quiero quedarme así para siempre… en los brazos de Catalina...