lunes, 21 de octubre de 2013

Después de todo, hay llamas que no se apagan ni con el mar

Hoy nací de nuevo a mediodía.
Pero a las ocho de la tarde seguía medio muerto.
Ninguna enfermedad menos curable que la vida, ningún dolor que no se calme con caricias.
Es casi media noche y, como el ave fénix, me quemo al renacer cuando te pienso.
Querida, no te alarmes ni me busques, procura estar ahí cuando me encuentro.
Si me tocas es que sigo vivo, si me lees no puedo estar muerto.
Anoche supe que empezaba a ser tu ayer y no te has dado cuenta todavía.
Nunca llegué a saber lo que querías pero, como tú tampoco lo sabías, nos quisimos hasta que llegó la razón a jodernos la fiesta.
Hay ratos en los que la noche casi no me duele. 

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