Hoy nací de nuevo a mediodía.
Pero a las ocho de la tarde seguía medio muerto.
Ninguna enfermedad menos curable que la vida, ningún dolor
que no se calme con caricias.
Es casi media noche y, como el ave fénix, me quemo al
renacer cuando te pienso.
Querida, no te alarmes ni me busques, procura estar ahí
cuando me encuentro.
Si me tocas es que sigo vivo, si me lees no puedo estar
muerto.
Anoche supe que empezaba a ser tu ayer y no te has dado
cuenta todavía.
Nunca llegué a saber lo que querías pero, como tú tampoco lo
sabías, nos quisimos hasta que llegó la razón a jodernos la fiesta.
Hay ratos en los que la noche casi no me duele.
No hay comentarios:
Publicar un comentario